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CON TEMOR.

CON TEMOR.

Celada de insatisfacción que como desidia
de los días, entre moradas grises
de desaliento, me aprisiona en un ámbito
imaginario, me ata a la monotonía
de la desdicha alargándose innecesaria
e incómoda como una muerte ahí interpuesta.
Se desgarró el tubo que une al astronauta
con la madre nodriza, soledad sin perspectivas
de nuevos horizontes interestelares en vacío
permanente; la ingravidez como destino.
Con temor afronto un estado de abandono
en el interior de una esfera irresoluta
y sin límites, por donde me deslizo.
Un cólico producido a deshora, la sangre
que se espesa y paraliza en los intestinos,
el marasmo del corazón en luctuosa poesía,
sufrimiento, caso cerrado, aluvión de piedras
o segmentos, cosmos olvidado de donde surgen
Ángeles a contracorriente, contraídos
como fantasmas trenzados en la muerte
de las ideas, que embellecieron días de amor
y dicha hoy apagados, desleídos o rotos
-como un Rembrandt rasgado o fragmentado,
a duras penas recompuesto- y que me acompañan.
El sufrimiento lo anula todo, derrama larga
muerte en cada espiral, en cada estribación,
meandro o curva que tomo o me toma;
lo convierte latido a latido entre desvelo
y desasosiego, extendiendo una continua tensión
de búsqueda frustrada, en vano cruel lamento.

Mientras la hemorragia avanza donde casi
no hay temor ni dolor, ni sangre, ni espacio,
tú eres esa larga historia de ambivalencias,
largo sollozo de opaca eternidad -tiempo personal
del poeta- que entre silencio y silencio, treguas
y licencias, esperas y respiros, solitaria expira
insertada y pertinaz en resecos desiertos de compleja
eternidad.

Eres el epítome inseparable,
de una realidad poética.